28 junio 2006

Karma

Mirando hacia atrás, lejos está ese momento aparentemente cruel y terrible.

Somos un instrumento de nosotros mismos y de otros seres que han cruzado nuestros caminos en otros tiempos, con otras vestimentas, con otros nombres, pero ... los mismos.

Cumplir con ciertos fines en la vida y desaparecer porque ya está cumplida la misión con esa persona ... sin saberlo ... asi vamos pasando de una a otra tarea inconclusa ... karma lo llaman, destino también.

Y sufrimos inutilmente por hechos que parecen marcarnos toda la vida ... pero no, no hay nada extraño ni terrible en los designios del destino, son solo nuestros propios mandatos que debemos cumplir.

Que tranquilidad es posible sentir al mirar la vida de este modo, pero cuando estamos en medio de la "batalla" la vivimos con todo, como si eso fuera toda la vida y lo único por vivir, reimos, lloramos, parece que el mundo se va a acabar, que ya no hay nada mas ... pero, pasan los días ... y todo vuelve a ser igual - no!! - algo ha cambiado, tal vez ahora estamos mas livianos, hemos vaciado una carga que llevabamos sin sospecharlo.

12 junio 2006

Responsabilidad

¿Cuál es mi responsabilidad?

Manejo descuidado escribió carabineros en su informe sobre el accidente.

Lo que hice fue intentar adelantar una micro, para ello me moví hacia la otra pista/vía y aceleré. En ese preciso instante se produce el descontrol - ya no responde el volante pese al intento de controlarlo y el choque es inevitable. Puede ser por las maniobras con el volante, o el intentar frenar (esto no recuerdo haberlo hecho), que el vehículo sube a la vereda y en última acción se roncea y golpea con violencia por el costado de Isabel, entre las dos puertas.

Iba apurado, eso también, acelerado, manejando tranquilo.

Si me hubiera mantenido detrás de la micro no habría sucedido aquello - pero entonces ¿quién sabe qué hubiera sucedido?

El destino, karma, nos imponía este hecho y debía suceder.

Un hecho como este indica por lo general, falta de impecabilidad y esto no he querido reconocerlo como causa del accidente.

Cuando me han dicho esto, me he enojado pensando que cómo pueden opinar eso ellos. O sea, que no he asumido mi responsabilidad en el hecho.

Quizás lo que he evitado es sentirme culpable y sufrir por ello.

Si hubiese sido impecable habría manejado con cuidado, no habría ido apurado, habría ido conduciendo en forma tranquila.

Le habría hecho la mantención mecánica al auto, habría revisado los neumáticos; o sea, habría tenido el vehículo en orden y cuidado. Esto último no lo hice, lo demoré y al final no pude hacerlo.

Una cosa, la preocupación y el cuidado y otra, la actitud interna de tranquilidad. Eso habría sido ser impecable.

Actuar en forma acelerada provoca descontrol, cometer errores, perder tiempo, arrepentimiento y culpa.

¿A quién he responsabilizado entonces de partes de lo ocurrido?

Curiosamente a Julio, quien me invitó a llegar temprano para ayudarlo en actividades previas. Esto es algo que tenía en mi cabeza al actuar acelerado, al ir apurado.

Fue, acaso, la expectativa, la imagen, el sentirse más que otros, el ir a hacer algo importante, algo distinto. ¿Fue esto uno de los hechos que gatillaron la actitud acelerada?

A ella por no apurarse, por ser lenta en levantarse o prepararse para salir.

Esto no lo tengo claramente fijado, pero pienso que pudo ser otro motivo interno de fijar la “culpa” en otros.

El destino - ¡ah! otro argumento recurrido con frecuencia para no asumir mi responsabilidad.


07 junio 2006

Cómo pasa el tiempo

Es noche todavía, para la gente que duerme y que hoy día dormirá hasta más tarde que lo habitual (es sábado).

Llueve, en este momento también, caen gotas que me obligan a marchar, mas no importa. Me podría quedar aquí, pero creo que debo marchar y parar esto por ahora.

A ver, ...,el agua del Mapocho baja, el ruido que se siente al fondo es el agua golpeando las rocas, las piedras, lo que hay allí abajo. Lleva ...no ... no lleva apuro, va en su velocidad y yo estoy aquí con la mía, esperando que no siga lloviendo, o que no llueva mejor, no importa que caigan más gotas, pero que no llueva y si es así me iré, arrancaré.

A ver, volvamos atrás...

el camino largo, solitario recorro a toda velocidad, no hay obstáculos que se interpongan, no hay semáforos, autos, nada, es muy temprano, es sábado. ¿Quién a esta hora saldrá, quién?. Ah,... yo voy a encontrarme conmigo mismo sin saber lo que el destino ha deparado para mi en este día, yo voy mirando al frente tras el parabrisas que me protege del viento y del frío. Todavía es noche, las luces de la ciudad están encendidas. Pero hay nubes bajas y esa neblina ha cubierto al piso de suave alfombra resbalosa, quizás, no lo sé todavía, los neumáticos responden bien, no hay problemas. El auto va bien.

Ahora mira hacia el lado. La ves a ella. Tranquila, sin saber, con sus sueños a cuestas, con la vida toda a sus pies. Y todo se me mueve en este momento, el piso empieza a moverse, las piedras ya no estás quietas. Parece todo en movimiento. Fijo la vista y todo se aquieta una vez más.

Las piedras del Mapocho, las losas con que pavimentaron tu lecho se estaban moviendo recién.

Vuelvo al ayer. Un día, un día especial será. Es el primer día, es un momento especial. A toda velocidad, no hay obstáculos todavía.

Bueno, se divisa una micro. ¿Debo parar? Disminuyo, obviamente la velocidad y continuamos.

Veo atrás, no puede adelantar. Hay curvas, no se ve hacia adelante, hay oscuridad.

De pronto, puedo avanzar, me deslizo hacia la izquierda para adelantar. Y ya no sé más. Siento que ya no responde el volante. Siento que patina todo el auto y va sin rumbo. Ya no depende de mi, va solo. Ya no lo siento. Intento algo, muevo el volante a un lado, al otro. Todo se precipita muy rápido.

Pero, ¡cuánto logro hacer en ese momento!

El volante no responde. Los pies se mueven, pisan freno, pisan acelerador, pisan todo. La palanca de cambios queda en su lugar, no la toco. Intenté recuperar la dirección y el auto se va, se va hacia la izquierda como si fuera patinando por una pista de hielo eterna. Sube a la vereda...

¡Vamos a chocar!

Ya no hay más.

Vidrios quebrados, fierros retorcidos. Sueños acabados. Dolor. Sentimiento. Estás ahí, no te mueves, no respondes, no hay nada. ¡Mujer, qué ha pasado contigo! ¿Dónde estás? ¡Contéstame!

Aprisionada entre los fierros quedas. Se encienden luces afuera, sale gente a socorrernos. Y yo,..., entero, ¿por qué? . Tiembla el suelo, tiembla todo mi ser. ¡Ay, tiembla!, ya me encuentro, ya me encuentro con que debo hacer lo que DEBO HACER, ahora en este momento, ayudar, moverme, lograr ayuda.

Ayuda necesitamos, ¡vamos!, hay que llamar, alguien vendrá, alguien vendrá.

Sangre recorre tu cuerpo, inmóvil estás, pero te siento. Siento tus piernas moverse y te pregunto si quieres que te ayude a salir... converso conmigo mismo, tú no estás, estás sufriendo. Y yo te tomo, poco a poco te tomo suavemente, con mucho cuidado. Las vértebras, las cervicales, ¡cuidado!, no olvides, es una vida. Y te saco con la ayuda de otra persona, te saco y te dejo en el suelo, allí, estiradita, a la espera de más ayuda. Te hablo, ¡quédate!, viene ayuda, ya viene, tranquila, no pasa nada más que lo que ha de pasar.

Estoy contigo, yo te ayudaré.

Amiga. Estamos aquí, tuvimos un accidente, ella está mal, a mi no me ha pasado nada.

Yo.. te miro y te hablo. Toda mi fuerza y mi energía te la doy a ti ahora, para que no te vayas, para que no te vayas. Pido a los dioses, pido al cielo. Pido a quien puede ahora, con todo lo que soy, con todo mi corazón, ayuda para ti mujer.

Yo estoy aquí contigo, no te vayas, quédate conmigo no te vayas.

Cuánto silencio. Cómo pasa el tiempo. ¡Cómo pasa el tiempo!


04 junio 2006

Trotando

Comienza el día en forma irreal, la noche aún vive, las sombras cubren los árboles, el perfil de la montaña blanco contra el negro profundo del cielo cubierto de estrellas y sueños lejanos. Levanta una pierna, la punta de la zapatilla alcanza el tronco de un árbol durmiente, se inclina sobre el azul del pantalón, estira los brazos hasta alcanzar la madera viva, se estira una y otra vez, cambia el pié y vuelve a la rutina. Coloca sus pies sobre el cemento, hecha a andar el cronómetro y lentamente inicia su recorrido matinal, en las esquinas observa a lado y lado, a esas horas los vehículos pasan sin detenerse, ni siquiera ante los semáforos. Aumenta poco a poco la velocidad, siente el frío en la cara, intenta abrigarse con la capucha, pero no le alcanza y al final se la saca y queda con la cabeza al aire, el frío ya no es tal, su cuerpo ya siente calor, la sangre circula más rápido, la respiración es ligera y armónica a ratos. Pasa ante las ramas bajas de algunos árboles, los saluda, los toca, les habla, y sigue su trote al ritmo del un, dos, tres cuatro, y repetir, hasta cambiar, parar mirar, escuchar los trinos de los pájaros ya despiertos.

¿Qué estoy haciendo aquí a esta hora, de dónde saqué esta idea tan loca, quién me vendió esta pomada?. Lo piensa riéndose de lo que ya entiende y que le sirve para hacer de sus días mejores días, más reales, más intensos, de mayor entrega. Siente un golpe seco y rotundo y un grito espeluznante se alza ante el cielo, alguien se retuerce en un amanecer doloroso, ha caído violentamente azotando sus huesos contra el cemento. Acelera, corre y llega antes que otras personas donde el cuerpo caído, la cabeza cuelga grotescamente en una postura inconcebible, los huesos asoman desde el hombro apuntando al cielo como un postrer saludo a quienes lo esperan, hacia allá voy dice su cuerpo inerte. Nada que hacer, llega gente, voces llorosas. Retorna hacia su ruta habitual, lentamente, trotando concentrado en un dolor desconocido, en una sensación tenebrosa, la luz del día está asomando, pero no ve esa luz, los ojos se han cerrado al día naciente, es la señora no esperada que ha llamado a un mortal más a transitar camino a lo desconocido.

Esto era lo que debía ver, cuán cerca estuvo, me contó una historia de vida y muerte señora sin sentimientos, señora fría y sorprendente, usted viene, golpea la puerta y se acaba la ilusión, se despedazan los sueños, se lleva de la mano las almas que ya cumplieron su etapa en esta vida hermosa, dónde van los sueños que crecían en ellos, dónde las ideas de ver crecer los hijos, de ahorrar para tener su casita, si el dinero ahora no le sirve, para qué todo el esfuerzo. Dime tú amigo, amiga, que lees estas líneas, de que te sirven los sueños, las alegrías, los sufrimientos, los dolores, las angustias, la risa, el llanto, los buenos momentos y aquellos que uno prefiere olvidar, de qué te servirán una vez que te hayas ido?.

Una amiga me mostraba su dolor ante un cáncer de pulmón no detectado antes, de una persona tan conocida pero a la vez totalmente desconocida, ya quedó solo el hombre de la flor en el ojal, la compañera lo dejó, pero al parecer no quería irse sola y lo está esperando y él ya prepara sus maletas, no le interesa nada más, solo quiere encontrarse con su compañera de toda la vida, tan solo está hoy que no importa nada, ¿cáncer? qué importa, que me lleve luego, no quiero sufrir, luego voy a estar con mi viejita y los ojos se llenan de lágrimas.

(Naces, te acunan los cariños de tus padres, te miman, crean un mundo para ti, sueñan sus sueños a través de ti, viven la vida por ti, ...)

La muerte anda rondando, son muchas las muestras de ello, pero no importa, si ha de suceder que suceda, que más se puede hacer ante lo inevitable. Por ello voy a vivir cada momento intensamente, como si cada día fuera el último de mi vida, voy a olvidar las penas, voy a ser feliz como nunca lo fui, mis días ya nunca serán como ayer, se fue ese pasado sufriente, para qué seguir en eso, mejor sentir el canto de los pájaros por la mañana, el aire frío acariciando mi cara. Escuchar el sonido del aire cruzando las ramas de los árboles, las nubes naciendo al pie de las montañas, cada día un día nuevo y distinto, nunca más volver la vista atrás buscando explicaciones a lo inexplicable, a vivir sencillamente las horas, a escuchar música y canciones, a embelesarme en la armonía musical y en los colores cambiantes del cielo compañero constante de cada día, bajo tu techo vivo mis días, me cubres por las noches, proyectas en ti los atardeceres inolvidables llenos de emociones vivas.

Da una vuelta más al circuito de maicillo, recorrido tantas veces en el tiempo. Insiste y gira otra vez, acelera, quiere botar esa angustia, corre desesperado contra el viento, sus piernas no quieren más, pero insiste, más rápido, la respiración es desesperada, el aire necesita recorrer los espacios internos y la sangre alborotada sube y baja, el sudor lo tiene empapado, se deja caer en el pasto desesperado, jadeante. Se tranquiliza poco a poco, respira ya más tranquilo, se sienta, mira, se para y retoma lentamente su camino en busca del agua que caerá desde su cabeza hasta la punta de los pies, limpiándolo.


03 junio 2006

Retrocediendo

Comienza otro día, encuentros misteriosos van y vienen, sollozos a medio camino. Esperanzas que renacen, encuentros esperados.

Mi mente viaja - voy atrás en el tiempo - mientras quedo en silencio, tranquilo, relajado, sentado cómodamente en una pieza a media luz, mientras suena una música suave, inundando el ambiente de armonía que se funde con el azul profundo de las paredes enmarcadas en un blanco de nubes primorosas.

Allí estoy todavía. mi cuerpo descansa, no hay prisa, no existe angustia ni ansiedad, no hay risas ni llanto, todo está en armonía.

Viajo. Voy lentamente saliendo en busca de tiempos lejanos. Me alejo. Pasan raudas imágenes, sonidos guturales, gritos de espanto, atardeceres de maravilla, romances a la luz de las velas, encuentros en soledad con el que creía ser, sufrimientos intolerables en su momento, juegos inagotables, caminatas incansables.

Un golpe, vidrios que se destrozan, fierros se retuercen apretando huesos y carne. Vida que se altera ente esa fuerte realidad.

Sigo el viaje, no me detengo. Avanzo y retrocedo en el tiempo.

Cruzan ante los rayos del sol unos cabellos embrujadores, se multiplican en ellos los colores, las flores se inclinan a su paso, imán poderoso que irradia y atrae las miradas.

Un rayo de sol cruza unos pálidos álamos de hojas amarillentas que caen suavemente en la verde alfombra que cubre el entorno. Desde un tercer piso, vibro en esa armonía, la música la siento dentro mío; escribo ese momento para guardarlo en el tiempo, es demasiado hermoso para perderlo, paisaje nunca olvidado, aquí estoy otra vez en ti, poeta joven derramando en los cuadernos sus sentimientos, mientras ve con el rabillo del ojo la profesora que habla y habla.

Se va el sol, llega la noche, hay humedad en el aire, hace frío, sopla fuerte el viento, las olas golpean una y otra vez incansablemente las arenas, se escucha su música eterna. Solo siento la oscuridad, en mi interior solo hay silencio, no escucho nada, estoy tan solo, tan desesperado, no hay nadie mas en la playa, grito, nadie escucha. Necesito ayuda, por favor, nadie escucha.

¡Estoy solo Dios Mío! ¡Ayúdame, por favor! No se qué hacer. Nada tiene sentido, todo es oscuridad, angustia terrible asola mi alma ¡Cómo escapo! ¡cómo vivo! preferiría morir ...


Viajas en el tiempo

Viajas en el tiempo, buscando respuesta a tantas interrogantes surgidas en los momentos de oscuridad.

“Estoy en un lugar conocido, algo recuerdo, pero no es de donde vengo, esto es de algún otro tiempo, pero es mío, lo tengo conmigo. Parece irreal, pero la blancura de las casas, los botes a la orilla de playas pedregosas, ese camino largo que escapa al horizonte subiendo y bajando las colinas, todo ello lo tengo en mi recuerdo. Parecía olvidado, pero ha vuelto a mi vida.

¿Qué pasó? ¿por qué estoy aquí de nuevo?

Recorro el camino, mis pies no lo tocan, mi cuerpo es liviano, parezco volar. Tengo la sensación de que estoy, pero no para la gente.

Llego a una casa conocida, mi corazón late más rápido. algo pasa. Escucho voces, una mujer conversa, parece a sus hijos. Sale, viste un delantal blanco, blusa blanca, chaquetita azul y sombrero azul. Parece una enfermera, pero de otro tiempo, esta ropa ya no se usa hoy. No entiendo.

La miro desde una altura mayor que lo normal en mi, parezco verla a través de un caleidoscopio, se mueven las formas, cambian los colores, ¡es tan real!. La miro avanzar por el camino con pasos ligeros, me parece conocida, algo en sus rasgos, en su pelo, algo siento conocer, parece familiar.

La sigo, volando, ¡sí!, es cierto, siento mi cuerpo como si fuera un pájaro, una mariposa, un ser alado.

Mi pensamiento trae imágenes que veloces llegan y más me confunden, es real lo que estoy viendo, ¿qué estoy haciendo aquí?, ¿cómo llegué aquí?

Siento voces lejanas. alguien llora suavemente, sus manos se acercan extendiéndose a través del tiempo para tocar un cuerpo que parece ser el mío, lo siento extraño, parezco estar en un sueño profundo, un sopor desconocido me invade, las voces se acercan, mi cuerpo se estremece.

De pronto veo mi cuerpo tirado sobre una camilla, un tubo penetra por mi nariz, mis brazos amoratados tiene agujas enterradas, desde un costado sale un líquido sanguinolento a través de otro tubo transparente, más abajo asoma otro tubo. ¡Estoy llena de tubos, de agujas!. Salen líquidos de mi cuerpo, otros entran.

Hay máquinas sonando, una gotea monótonamente, otra parece respirar en un constante subir y bajar, parece un pulmón, pero es una máquina. ¿Qué pasó? ¿Dónde estoy?

Siento que estoy aquí, despierta, separada de mi cuerpo, porque es mi cuerpo el que veo y siento, es mi cuerpo que sufre rigores desconocidos hasta hoy.

Es todo raro, pero existe una armonía que no conocía, parezco estar sumergida en medio de música profunda, suave, que envuelve el entorno en que estoy sumida, parece que la música cambia la luz; el entorno es dulce, tranquilo, las voces que se escuchan llegan apagadas, silentes, como de otro mundo.

Estoy tranquila, sin temor, no hay angustia al ver ese cuerpo estropeado, lo siento como mío, pero no me duele, estoy separada de mi misma, como si fuera otra personas.

Es todo tan irreal; no obstante, es maravillosa esta sensación.””


01 junio 2006

Mis culpas

Escribir. Darle y darle, sin descanso. Dormir sólo lo estrictamente necesario. Trotar sin descanso.. correr. Seguir. Juntar la energía necesaria para ayudarla.

¿Qué importan los sentimientos que pudiera tener? Dejar de lado todo aquello; ya no importa ahora. Nada de lo mío interesa, sólo ayudar, sólo apoyar, sólo dar fuerzas a quien lo necesita.

¿Qué hice mal? ¿por qué debí acelerar? ¿por qué intentar sobrepasar esa micro? Una fuerza extraña me llevó a ese punto, sin saber fui instrumento en manos del destino de ella, instrumento de mi mismo, de mi propio destino.

Vacío he quedado, sin sentido real, escapando de todo lo que pudiera envolverme. Necesito salir de esta oscuridad, todo es vacío, no hay motivos que me lleven, no tengo ilusiones a las que aferrarme, se ha perdido todo... NADA QUEDA de los sueños de ayer. Se destruyó completa la vida que creí tener armada - la familia en qué quedó? - ¿qué pasó con mis sueños? ¿existen acaso? ¿Por qué al pasar el tiempo se ha perdido el sentido de vida? ¿qué ha sucedido realmente? La noche me acoge, lloro en la oscuridad, nada importa, solo que ella vuelva ¿y, para qué? ¿para cuidar los hijos, acaso?

Nada cambiará haga lo que haga, da lo mismo. ¿A quién le interesa lo que yo pudiera hacer?

Siento que a nadie le interesa, en verdad, lo que yo pudiera hacer. Cada cual tiene sus propios intereses y esos no calzan con lo que yo quiero, mi querer no es el querer de los demás, no están ni ahí conmigo. Por ahora me acompañan, porque ella lo necesita, pero pasará el tiempo y aquello se irá, quedando sólo recuerdos. Por ahora estoy acompañado en esta odisea increíble de vida, no estoy solo. Pero dentro mío estoy más solo que nunca.

¿Quién me puede ayudar a salir de esta oscuridad? Y, al final, ¿para qué?, si da lo mismo lo que hagas, más tarde o más temprano me iré, quedará ella con mi recuerdo ¿para qué?, para recordar que ese hombre le destruyó sus sueños, que ese hombre acabó con su vida, con la vida que quiso vivir con él. Pero nunca él hizo algo para eso, siempre la dejó sola; prefería vivir sólo sus propias actividades, despreocupado de ella y de sus hijos, pese a que siempre decía que él estaría con ella todo el tiempo, aunque no estuviera físicamente. Cambió su vida, destruyó sus sueños, nada quedó de la mujer de antes, otra, distinta, nunca más podrá ser la misma, su vida desapareció, quedó el vacío, la angustia, el sufrimiento físico.

¿De qué vale la vida en esas condiciones?

- Yo fui el culpable - fui quién te lastimó, quien golpeó tu pecho rompiéndote las costillas, dañando tu pulmón con la fuerza del odio más profundo que pueda sentir alguien - ¿de qué otro modo se puede entender?, para después de lo ocurrido llorar sintiendo que él no fue quien provocó aquello.

¿Qué sentimientos oscuros asomaron para provocar semejante ruindad? ¿De qué vale la vida si no la quiero, para qué voy a querer vivir si todo lo valioso desapareció, quedó sólo un profundo pozo negro sin fondo? ¿Por qué tuve que provocar tu desgracia, por qué tuve que dañarte tan profundamente? ¿Qué sentimientos negativos guardaba en mi interior? ¿Por qué dañarte?

Auto, arma mortal en mis manos y pies, fuiste usado para dañarme tan profundamente que ya nada importa. No importa absolutamente nada lo que pueda pasar. Da lo mismo, no hay ningún motivo para seguir. Te dejaré lo mejor posible, te ayudaré a salir de las profundidades, para después escapar, para arrancar del fantasma de mis dolores, para escapar buscando salida a este terrible sentimiento que no me deja vivir. Fui yo quien te hirió, fue mi mano que llevó el auto contra el poste, fui el instrumento forzado, pero quien lo hizo finalmente, no puedo dejar de pensar que esto fue así. Yo fui quien te provocó el dolor.

Creía que era el cariño que me llevaba a ayudarte a salir del trance, a ayudar a los hijos a enfrentar de la mejor manera posible esta aflictiva situación. Pero era sólo mi sentimiento de pesar conmigo mismo, de sentir que yo fui quien lo hizo.

¿Cómo pagar a la vida el terrible sufrimiento provocado? Arrancar, sólo eso quiero, escapar de los fantasmas que me persiguen. Arrancar del dolor de la herida que sangra constantemente, sin cesar. Por ello quiero arrancar, nada ya importa, nada importa la vida, no tiene ya sentido para este corazón destrozado. Destruí y me destruí, perdí todo aquello que creí tener, en realidad no existía nada, todo era un sueño. Era una ilusión el cariño, era una ilusión tener una familia bien conformada. Nunca existió, todo fue una farsa, sentimientos encontrados, negativos pensamientos, egoístas sentimientos, todo en un afán de ocultar lo verdadero, la falta absoluta de amor por los demás.

¡Qué egoísmo!

Te usé para ocultar mi verdadero sentir. Odio por la vida. Resentimiento con mis padres, con todo lo que me rodeaba. Por ello necesitaba vivir una ilusión, para ocultar eso tan sucio y feo que estaba dentro mío. Con todo ese negativismo nada bueno podría suceder, eso fue finalmente lo ocurrido.

Dónde quedó la esperanza, la fe de un Ser Superior, dónde quedó el niño alegre, dónde está el romántico, el soñador de antes, ¿dónde?

Nada de ello era real, todo un engaño para ocultar lo verdaderamente sucio. Se fue el sueño, desapareció lo irreal, por ello nada quedó quedé vacío, sin sentimientos, sin sueños, sin esperanzas de nada ante la vida.

Soy un sonámbulo, un cadáver viviente, nada me interesa, nada sirve para nada en mi, estoy sin nadie en mi camino, se destruyó todo lo que un día creí verdadero. Nada existe hoy de aquello, desapareció todo lo ilusorio. Quedó sólo la fea realidad. El rencor el resentimiento, la frustración; nada existe en mi, sólo el sentimiento de soledad y vacío, nada más.


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